Reseña de la obra de teatro Anibal y Melquiades, puesta en escena dirigida por Bruno Boludo. Estelarizada por Mario Rendón, Silvana Arjona y Satchel Lagarda.
Bajo la dirección de Bruno Boludo con dramaturgia de Mario Rendón, la obra Aníbal y Melquíades es una linda historia sobre dos niños completamente opuestos, cuyas diferencias resultan enriquecedoras y se traducen en un actor de transmutación que resulta sanador.
La puesta en escena está basada en el libro homónimo de Francisco Hinojosa y nos presenta por un lado a Melquíades (Satchel), un pequeño sumamente fuerte y bravucón cuyas travesuras, peleas y actos de fortaleza resultan legendarios; y por el otro a Aníbal (Mario), un sujeto debilucho, inseguro pero sumamente soñador y bien intencionado.
La interacción de los pequeños comienza como una típica relación entre un victimario y su víctima pero poco a poco, el buen corazón de Aníbal irá permeando en la coraza de Melquíades. De igual manera, la dureza y extrema confianza del segundo servirá de inspiración para el primero.
La historia es contada a través de los ojos de Rosa (Silvana), una compañerita de ambos que va fungiendo como una especie de catalizador.
La obra se siente bastante ligera, de tal manera que los niños se mantendrán en sus asientos durante toda la narración, emocionándose y riendo con las ocurrencias de los protagonistas.
Bajo una mirada un poco más crítica, Aníbal y Melquíades se siente por momentos condensada. La obra funciona pero de pronto podemos sentir que necesitamos más información. Por ejemplo, en algún punto de la historia nos introducen a la maga Melina Lina, quien se convierte en una influencia positiva para Aníbal pero la construcción de la relación se siente un poco apresurada.
Merlina Lina le da una botella a Aníbal para que a través de esta pueda escuchar ciertas palabras mágicas, las cuales son las indicadas para que el chico se las apropie y sean para siempre; palabras con las cuales podrá hacer su magia. Al final, este simbolismo no se desarrolla como debiera y para el final de la obra parece ser una simple ocurrencia.
Pero para el final, el talento de los actores nos ayudan a obviar dicha situación, y seguimos adelante en la historia con mucho gusto, pues vislumbramos un final que se presta para ser bastante luminoso.
Aníbal y Melquíades se presenta los fines de semana en el Foro Shakespeare de la colonia Condesa en la Ciudad de México.