En la vieja casa de los padres de María se respiraba un ambiente turbio y denso pues tres hermanos en discordia vivían en la casa, quienes hacían grupos a su conveniencia con los que estaban fuera… María vivía en la casa de sus padres.
Cuentan también que la crisis y las malas vibras habían atraído cosas… de otros planos: ruidos extraños a escucharse y con ellos extrañas apariciones de lo que se creía eran personas, o fueron personas, a las que nadie conocía, y que la mayoría de las veces parecían vestir ropas de otra época.
Desesperada de la situación, quizá por algún susto extremo, María salió a la calle en busca de una solución. Se encaminó a la iglesia pero unas cuadras antes encontró a un joven grafiteando una pared. En cuando vio al muchacho pensó la solución: le pediría que pintara un San Miguel para proteger la casa.
María se apalabró con el joven, con quien de inmediato fueron a comprar las pinturas. En un par de horas el joven estaba pintando en uno de los muros de la casa de María, a San Miguel arcángel en plena lucha con Lucifer.
Un par de días después, dicen, las apariciones cesaron y los hermanos en discordia comenzaron a ponerse de acuerdo.
Al cabo de una semana, María estaba sola en el caserón de sus padres y los procesos legales estaban en marcha. Los hermanos no volverían a hablarse pero María tenía las puertas abiertas a una nueva vida. Un año después, se fue de la casa, la cual se quedó abandonada bajo la protección de San Miguel, y así ha estado desde hace cinco años.
Esta es la historia que me contó un familiar de María —quien me llevó a concoer el pueblo de su familia y la casa de sus abuelos, en un pueblito camino a la ciudad de Pachuca—, cuando le pregunté sobre el origen del San Miguel. A mi gusto una imagen cautivadora y curiosa debido a su origen grafitero.
A continuación comparto la imagen de la que hablo.
1 comment
Muy buen relato