Nota: Este texto es uno de los primeros que escribí para mi blog. La fecha original data del 29 de septiembre del 2007, en ese entonces, probablemente, se transmitía la temporada 17 de Los Simpson, en nuestro país.
Para esa época la serie comenzaba a desviarse de lo que los fans habíamos visto en las primeras cinco temporadas, así que este texto creo que tiene más que ver con esos primeros años. Una variación de este texto apareció en mi libro Cosas que debes saber antes de cumplir 40.
Mucha gente que gusta de Los Simpson suele decir, a manera de justificación, que ve la caricatura porque “es una crítica a la familia de clase media estadounidense”. Por supuesto, esta aseveración tiene algo de cierto, sin embargo, hay que recalcar que si bien por un lado se burla de los estándares de la típica “familia americana” y de otras instituciones sociales y políticas, por otro lado posee un fuerte mensaje conservador.
No cabe duda que Los Simpson presentan una cara antistablishment que expone los vicios de la política y la democracia, y que expone al ser humano como un personaje pasional más que racional, situación que abre paso al egoismo y elimina toda posibilidad de un héroe capaz de redimir a la sociedad, pero si de casualidad lo hubiera, Matt Groening, o más bien sus escritores, se encargarían de darle la credibilidad de un político.
¿Qué es lo queda entonces? La familia, una familia imprefecta y dispar, lejana de ser un modelo perfecto, polifacética, a veces mediocre cuando suprime las individualidades exaltadas de sus miembros (que a veces rayan en lo destructivo), pero apapachadora y con una capacidad feroz para resolver casi caulquier problema.
En medio de un individualismo exacerbado que rige a la sociedad contemporánea, propiamente a la Estadounidense, que nos aleja de lo comunitario, Los Simpon abogan por lo contrario. Los esfuerzos personales son futiles, bueno, ni el Señor Burns puede lograr nada por su cuenta, con todo y que sólo él sea quien se enriquezca.
La caricatura comienza con la familia reunida frente al televisor y acaba con la familia reunida en casa, o bien, con sus integrantes emprendiendo el camino de regreso al hogar, al final no son más sabios y quizá sigan teniendo los mismos defectos, pero siempre dan la sensación de ser más fuertes luego de haber atravesado por diversos problemas, y luego de haber aceptado las diferencias de sus integrantes.
¿Es una serie mediocre que aboga por el conformismo? Tampoco, aunque Homero y Marge, en sus pequeños momentos de autosuperación tratan de cambiar sus vidas, y nunca lo consigan, se trata de una cuestión de diversidad más que otra cosa, por ejemplo, Lisa, la voz del deber ser, con aspiraciones intelectuales y de grandeza, no llega a ser un juez inflexible con la “sencillez” de sus padres, sabe que no son perfectos, pero sabe que son felices siendo como son.
Por otro lado, ella sí llegará a ser alguien, según lo hemos visto en un par de capítulos, al igual que Bart, que en un futuro se convertirá en Juez de la Suprema Corte. Así que, de familia perfecta o no, los niños Simpson crecerán con bien, incluso Maggie, cuyo futuro resulta bastante incierto, parece que está a condenada a ser el espíritu infantil que reina en el mundo Simpson.
Así pues, con toda su mordaz sátira, Los Simpson se establece a veces como una especie de conciencia crítica, otras tantas con una ligereza que sirve sólo de escape, y otra más con una irreverencia que nos hace pensar que nada tiene sentido, pero siempre, al final del día, el mensaje que nos llega es que todo va a estar bien, ya sea con una buena cena o finalmente, enfrente de la televisión.
1 comment
Faustito. Es Marge, no March.
saludos !