Quédate con la belleza de la vida. Observa las estrellas e imagínate corriendo con ellas. – Marco Aurelio, “Meditaciones”.
Hace casi un mes, mi esposa Montse y yo decidimos cambiarnos de casa. Las condiciones de la pandemia y de la Ciudad de México eran poco favorables para el desarrollo de nuestras actividades laborales y domésticas, que implicaban, entre otras cosas, la crianza de nuestros hijos: uno de 2 años y una bebe recién nacida.
No estábamos pudiendo con el paquete. Así que en aras de encontrar mayor estabilidad en todos los sentidos, dejamos nuestro departamento de la colonia Noche Buena, lo pusimos en renta y nos mudamos hacia el sur de la ciudad.
Dejamos una zona céntrica que nos gustaba mucho y nos fuimos muy cerca del Estadio Azteca, a una pequeña colonia llamada El Reloj. Pero no nos fuimos a cualquier espacio, nos mudamos en la Unidad Habitacional en la cual pasé la mayor parte de mi infancia, a un edificio de distancia de donde aún vive mi mamá.
La cercanía de mi madre en conjunto con un espacio cerrado, con suficientes áreas verdes para que los niños puedan jugar con seguridad no tiene precio. Y esa fue la razón principal de nuestro cambio.
La premura de la decisión nos obligó a mudarnos a marchas forzadas y en varios viajes, un ejercicio que nos tomó casi tres semanas.
Fueron días muy convulsos pero nuestro hijo Gabriel se adaptó de inmediato al nuevo espacio, a su nueva casa, y de inmediato hizo de la casa de su abuela una extensión de la suya.
En medio de todo este ajetreo decidí recurrir a mis cartas de Tarot, como suelo hacerlo. Tomo una carta para ver qué me decían: me apareció la carta de La estrella.
¿Qué implicaba esto? Que había cierta melancolía sobre el cambio de vida pero que definitivamente había una estrella que brillaba para nosotros como símbolo de un mundo mejor (o de una etapa mejor). Para el viaje a ese nuevo destino era necesario dejar ir aquello que no necesitamos de nuestro presente y nuestro pasado. Me dio esperanza pues nos confirmó a mi esposa y a mí lo que habíamos estado sintiendo: que habíamos llegado a buen puerto.
Me llama la atención que ese “dejar ir” me devolvió a uno de mis lugares favoritos del pasado, el cual pensaba que había dejado atrás hace tiempo y al cual no pensaba que volvería salvo para convivir con mi madre y hermanos. A pesar de los grandes recuerdos no era un lugar en donde me veía viviendo… claro, hasta antes de tener dos hijos. Y digo que me llevó, porque las tiradas anteriores sobre esta decisión fueron sumamente prometedoras. Es decir, todo es parte del plan.
Nada como un viaje al pasado para saber exactamente qué es lo que debo dejar ir.
Lo anterior me lleva a la pregunta: ¿qué otras cosas de mi pasado debo soltar? ¿Qué hábitos, costumbres o formas de pensar están ancladas en mi y me son innecesarias para esta nueva vida?
No tengo la respuesta aún, pero creo que el viaje apenas inicia. Ya les iré comentando qué cosas voy descubriendo de mí.
Y ustedes… ¿qué han tenido que dejar atrás para estar donde quieren estar?
4 comments
Yo viví 23 años de mi vida en una casa donde rentaba un departamento, cerca del metro Guelatao
Es muy difícil dejar todos los servicios cerca, la primaria, la cercanía de metro,
La iglesia estaba a la siguiente esquina,
Pero ahora en dónde estoy si es mi casa, me ha costado mucho reconstruir, pero la libertad de vivir en lo suyo no la cambio por nada!
Yo estoy a punto de dejar la casa de mis papás ahora que ya me puedo dedicar a viajar, planear viajes y vivir sola. Recuperar mi independencia y mi espacio Fausto era justo lo que iba a hacer cuando la pandemia me agarró con ellos, a la mitad del duelo por la muerte de mi hermano y luego mi abuelita materna. Me va a costar soltar el tener quien se encargue del mantenimiento de la casa, solo eso. Ya mis papás están enfocados en crecer a los hijos de mi hermana y seguirla apoyando como madre soltera.
Como ya varias veces me he ido a vivir sola, esta vez, creo por la pandemia, me siento sumamente entusiasmada. Ya tengo mi vacuna pero sí quiero pueblear, playar y moverme. Aquello de “no soy un árbol” sí aplica para mi. Por cierto me identifico con tu colaboradora, mi tocaya, por soltera y exitosa. Traigan pronto al podcast a Jimena y al Güero. Triunfarán aún más. Gracias por su contenido, me han acompañado toda la pandemia, chillé con Cheko, la Cayis, Sergio y tu cuando el ciclo en la radio concluyó. Les sigo escuchando a todos, incluyendo a Horacio y su equipo.
Gracias por escribir y compartir tu historia, Claudia
Querido Faus, cuando gustes cambiamos una tirada de cartas, yo te las leo a ti y tu a mi, veamos las respuestas a tus últimas preguntas ¿Qué más requieres soltar?