La vida: un aprendizaje continuo. Estrategias de crecimiento personal. De todos las enseñanzas del rabino Abraham Cohen quien dice que la vida es aprendizaje.
Gracias a Montse, mi esposa, descubrí unos videos del rabino Abraham Cohen, quien me pareció una figura sumamente interesante, al igual que sus enseñanzas. Y es que posee una manera desparpajada de hablar que se percibe como alguien a quien pudieras tener cerca. Es decir, lejos está de tener ese halo de alguien que está por encima de uno.
De todos sus enseñanzas, una de las que más me llamó la atención fue en la que habla sobre el estado de aprendizaje en el que vivimos. A grandes rasgos, el rabino no cree que la vida deba estar llena de calma, lujos o de placeres sino de aprendizajes, de cambio, de obstáculos… En otras palabras, uno viene a este mundo a ser mejor persona, a perfeccionarse día con día, lo que marca la esencia de la trascendencia.
Lo que dice el rabino me parece verdadero, sin embargo —y aquí entra mi ego— también me resulta un poco chocante. ¿Por qué? Porque es muy cansado enfrentar obstáculos o dificultades, mismas que luego se convierten en crisis, las cuales pueden durar mucho tiempo. Por otro lado, también resulta emocionante cuando uno encuentra las soluciones que tanto ha buscado —luego de lágrimas, dolor, angustias y desencuentros—, para descubrir que ante nosotros se abre un camino maravilloso de posibilidades, lleno de luz. Es como encender la lámpara de la habitación sólo para darse cuenta de que los monstruos que acechan nuestra habitación eran sombras, nada más…
Mantenernos estáticos implica renunciar a aquello que la vida nos ofrece. Sin duda, pero para muchos de nosotros, quizá personas con personalidades como la mía, es inevitable sentir un poco de pesar al enterarse que “ahí viene otra prueba”, sin embargo, tampoco estamos dispuestos a irnos de este plano. Al menos no por ahora y ni en mucho tiempo. Que estemos cansados no significa que queremos renunciar.
Y son esas ganas de vivir las que me hacen seguir adelante… y en esas ganas de vivir está mi entorno, mi mundo: mi esposa, mis hijos, mi mamá, mis hermanos, amigos, familiares, y esas actividades que me generan placer y otras tantas que me ayudan a sentirme bien conmigo y con los demás. Y también por su puesto a cosas más banales que por pequeñas que sean siempre pueden abonar.
Para ese camino, partiendo de adentro hacia afuera, las herramientas que me han servido se relacionan con el mundo del arte y el entretenmiento; la filosofía, la psigología y por supuesto el Tarot (inmerso en un mundo esotérico que me ayuda a encontrar la trascendencia). Y hacia afuera, mi relación con Montse ha sido fundamental para mi aprendizaje, quizá la más importante. Sin dejar de lado a mis hijos, mis padres, hermanos y esas amistades profundas; además de las relaciones de oficina y los jefes incómodos. En fin… de todas esas relaciones personales.
Y es que creo que la construcción de sentido suele darse en dos vías, aunque vaya de adentro hacia afuera. Definitivamente no sería lo mismo si nuestras acciones, pensamientos y emociones no tuvieran un receptor, un espejo o un rebote que nos muestre todo eso que tenemos dentro. Sin los “otros” nada tendría sentido. Sin esa mirada de cariño y beso por las mañanas, sino esos abrazos, chistes y platicas de todo tipo; sin esas anécdotas, historias y aventuras que vivimos con las personas que nos rodean no tendríamos nada.
Escribo esto no sólo por las emociones que me generó el video del rabino Abraham Cohen sino también porque hay varios pendientes en mis aprendizajes que necesitan materializarse y que están tardando tiempo en manifestarse. Quizá sea un texto para recordarme que al final… todo va a estar bien siempre y cuando uno siga intentando y aprendiendo.
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