Entré a la Facultad de Psicología de la UNAM pensando, en parte, que sería una especie de colchón por si me decidía a estudiar actuación o algo relacionado con el mundo del show business. Poco sabía que 15 años después, esta formación me serviría como principal herramienta para leer el Tarot, el cual se ha convertido en una de mis pasiones.
Aunque en esos años tenía algunos visos de lo que podría ser mi futuro, la verdad es que no tenia nada claro: pasé por escuela de teatro, escuela de música y al final terminé en Comunicación en la Universidad Iberoamericana para terminar en el mundo del periodismo al igual que mi muchos miembros del mi familia.
Y ahora, oscilo entre las dos profesiones, entre periodista y creador de contenido, y tarotista que busca acompañar, a quien lo pida, a dar un paso más en su camino de transformación; un camino bastante sinuoso en el que a veces muchos terminan perdiéndose.
En psicología no sólo pensaba en que me daría las bases para construir algo mejor sin importar lo que fuera elegir como modo de vida al final, pero también para encontrar respuestas sobre mi presente a través de mi pasado. Al Tarot llegué para buscar respuestas sobre mi futuro a través de mi presente.
Debo comentar que la sinergía que se ha creado entre los dos me ha brindado muchas satisfacciones a través del agradecimiento de la gente que se ha acercado a mí. A todos ellos y a los que vendrán gracias, no sin antes decir que estoy recorriendo el mismo camino que ustedes: yo también sigo buscando respuestas y sigo en proceso de cambio.
La psicología me ha dado bases invaluables para mis lecturas —por ejemplo, bases científicas y biológicas, paradójicamente—, pero al mismo tiempo no soy una psicólogo que lee el Tarot y que cree que es un acceso al inconsciente; creo firmemente en que el Tarot entrega mensajes de otros realidad sobre la vida cotidiana, procesos mentales, sobre amor, trabajo, sobre el futuro y sobre el significado de la vida. Así pues, el trabajo de un tarotista es más cercano al trabajo de un mago, brujo o chamán que al de un psicólogo, pues éste último se centra en el mundo terrenal.
Todo esto viene a colación porque hace poco tiempo escribí un artículo sobre la carta de La estrella, titulado Soltar el pasado para construir el futuro, en el que contaba el hecho de que había regresado a vivir a los condominios en donde pasé casi toda mi infancia, y a los que pensaba que nunca volvería. Recién llegado saqué una carta al azar y resultó ser la carta de La estrella. En dicho artículo contaba lo que eso podía significar.
Lo que no vi en ese momento era la otra parte de la carta: el hecho de que el personaje de la carta está dejando ir una parte del agua que posee mientras rellena otra de sus ánforas: soltar el pasado pero tomar lo que aun nos sirve para el futuro.
Hasta hace unos días no me había dado cuenta de que eso que aun me sirve para mi futuro eran mis estudios de psicología. Así pues, regresé a uno de mis orígenes para escoger lo que debía llevarme y lo que debía soltar.
El proceso de descubrimiento seguirá un poco más… ya veremos qué más encuentro para compartirlo.
