Todavía era de noche cuando abrí los ojos: en el fondo sabía que aún no era hora de levantarse de la cama para entrar en la rutina cotidiana. Y aunque estaba alerta, sin sueño y listo para comenzar el día, decidí cerrar los ojos y me puse de lado para dormir un poco más.
De pronto sentí que algo se movía de mi espalda … Volví a abrir los ojos. Y… nada.
Los volví a cerrar pero estaba vez me esperé un poco para ver qué pasaba. Y de nuevo ahí estaba … algo se movía en mi espalda.
Despertar súbitamente por la madrugada con los ojos bien abiertos es algo que suele ocurrirme de vez en cuando. A veces solo estoy en un estado de alerta neutro otras veces es un ataque de ansiedad. Pero nunca había sentido esto.
Incluso de pequeño, estos despertares venían acompañados de sombras a postradas por toda la habitación … pero nunca se me acercaban.
Hasta ahora…
Y entonces descubrí…. Lo sentí claramente. Eso que sentía no era algo que estuviera fuera de mí y me tocara la espalda. Era algo que estaba dentro de mí.
Mis sentidos estaban anestesiados. Es decir, emocionalmente no sentía miedo ni dolor. Solo estaba ahí, expectante.
Los movimientos en mi espalda seguían y de ella comenzó a desprenderse algo negro y amorfo. Poco a poco se le fueron formando garras, junto a brazos y piernas alargadas… y su rostro… Evité ver su rostro cuando vi que dientes afilados comenzaban a salir de su mandíbula … de su cabeza salía algo que parecía una especie de pelo, grueso. No lo sé. Aparté mi mirada.
Inmediatamente pensé en Montse y en los niños, le preocupaba que fuera a hacerles algo.
Una vez que la entidad estuvo formada, se alejó de mí y salió la habitación. No reparó en mi, no me volteó a ver. Ni a mí ni a nadie de mi familia. Simplemente se fue.
No sé cómo o por qué, pero sabía que no venía de otro planeta, ni era un demonio, se sentía como un espíritu oscuro, de una dimension espejo,, de esos que habitan en cuevas o en lugares recónditos en la naturaleza, esperando quien los lleve a dar una vuelta.
Una vez que el monstruo se marchó ya no me pude volver a dormir, pero debo admitir que me sentí mucho más ligero y al mismo tiempo más aterrizado, no puedo explicarlo.
Empecé el día como siempre, con mejor ánimo, con la esperanza de que todo va a estar bien.