Comencé a ver The Bear porque necesitaba una comedia ligera para este nuevo comienzo. Admito que solo había leído una pequeña sinopsis. Además, en las ceremonias de premios siempre competía por la categoría de comedia así que dije… bueno, es quizá lo que necesito para relajarme. Sin embargo, me encontré con una comedia un tanto oscura, mezcla de drama existencial (dramedy) cuya primera temporada me hizo llorar. Lo cual me hizo recordar que mi abuela llamada “comedias” a las telenovelas que en realidad eran unos dramones sufridores.
Explico el contexto de esta conexión que parece ser al azar pero que conecta de cierta forma con mi historia y con el momento que estoy viviendo.
Cuando era niño, mi batalla principal era en relación a la televisión. Pasaba mucho tiempo viéndola. Mucho tiempo. También pasaba mucho tiempo en casa de mi abuela Martha porque mis padres trabajaban. Tenia que pasar mi tiempo entre jugar con mis juguetes, entretenerme en algún rincón de la casa, pedir a algún adulto que jugara conmigo y ver la televisión cosa que amaba.
No podía ver toda la televisión que quería porque, por un lado, mi papá no quería que me la pasara viéndola tantas horas, así que era una lucha eterna. Y por el otro, no estaba disponibles las 24 horas como ahora. Ni había tantas opciones.
La tele que me dejaban ver estaba en el cuarto de mi abuelo. Las caricaturas comenzaban a las 2 pm (aprox) y partir de ese momento, pasaba varias horas en el televisor. Me llevaba mis juguetes así que conjuntaba las dos actividades, bueno, tres, porque muchas veces me ponía a brincar en la cama.
En fin, el punto es que luego de algunas horas… me parece que alrededor de las seis de la tarde, la barra infantil terminaba y entonces me iba a la sala con mi abuela que para esa hora y estaba viendo sus comedias. O sea las telenovelas de televisa que no creo que hicieran reír porque todo el tiempo sólo veía que todos sufrían y sufrían.
¿Será que el término comedia vino por las historietas romántica de Yolanda Vargas Dulce que aparecían bajo la colección Lágrimas, risas y amor? No sé. El punto es que la serie The Bear se ha convertido en mi comedia de la noche. Y debo reconocer que el cierre de la primera temporada me hizo llorar. Es probable que tenga que ver con el momento que estoy viviendo pero también porque toca ciertas fibras de mi historia.
El personaje principal de The Bear, Carmen The Bear Berzatto, debe sacar adelante el restaurante familiar luego del suicidio de su hermano Michael. El lugar está en número rojos y el ambiente es sumamente tóxico. Y el fantasma de Michael y sus adicciones rondan la mente de Carmy. Con todos esos factores en contra, el protagonista debe hallar la forma de resolver el problema.
¿En qué manera me identifico? Primero, en el tema de las adicciones y cómo afectan a la armonía y estabilidad familiar es un tema que me pega profundamente. No es exactamente lo mismo que vivió el personaje de la serie, pero la sensación de insuficiencia que se genera en un ambiente donde, por ejemplo, el padre es alcohólico, que lleva a tomar decisiones que resultan dolorosas es algo con lo que me identifico.
Segundo, la idea de aferrarse a que algo no está funcionando funcione a como dé lugar… a costa de uno mismo. Y lo más doloroso es que uno entra en un loop donde la historia se repite una y otra vez. En la serie, el personaje, haga lo que haga, no puede hacer crecer el restaurante. Y mientas uno mismo se aferra más y más, peor salen la cosas.
Tercero, el legado familiar. Al final de la temporada Carmy descubre que no toda la herencia de su hermano está relacionada con la toxicidad, luego de encontrar paquetes de dinero escondidos que su hermano le había dejado. ¿Por qué lo hizo así? ¿Por qué esconderlos? No lo sé, lo que sí entiendo es que las cosas buenas que deja la familia, esas herencias que nos ayudan a salir adelante, no siempre están a la vista.
En el caso de mi padre, más allá de aquellos sinsabores resultado de su problema con el alcohol, me dejó su pasión por escribir. Así empecé en el medio y así estoy ahora escribiendo una columna en mi blog, así como él lo hacía casi todos los días para la revista Proceso.
Cuando que tomé la decisión de soltar un proyecto para encontrar mi voz, lo hice sin tener algo seguro… no empiezo de cero propiamente pero sí hay que construir mucho. Pero tenía que soltar un proyecto que no estaba dándome lo que necesitaba. En la serie The Bear, Carmy está aferrado al restaurante familiar hasta que se da cuenta de que tiene lo necesario para comenzar su propio proyecto.
En el caso del dramedy, el punto de cambio es el dinero que le deja Michael, algo tangible, sólo un simbolismo que complementa el vínculo de Carmy con su hermano con quien solía cocinar desde pequeños. Una pasión que se contagia y se alienta, y que en muchos de esos casos es una herencia familiar. No digo que pase siempre, pero sí en muchos casos.
Y aquí estoy… escribiendo sobre una serie de Televisión, relacionándola con mi vida, y hablando de mi abuela, sus comedias, y de su hogar, en donde viví algunos de los años más felices de mi vida.
Al final, nuestra historia es un continuo con sin sabores pero con muchas cosas maravillosas que luego se nos esconden. El arte está en transformar lo que no nos gusta con lo que tenemos, y estoy convencido que sin importar la cantidad de bienes materiales, todos tenemos lo necesario para comenzar con nuestros cambios y para construirnos un mejor futuro en donde estemos rodeados de nuestras pasiones, armonía y amor.
Que así sea.